martes, 30 de noviembre de 2010

Entre lágrimas vi, romperse el firmamento.


No hay forma.

Le damos vueltas y vueltas.

Caminar.

Escuchar música.

Tomar aire.

Descargarte.

Todo y nada.

Es un nudo, un nudo enorme.

Una telaraña.

Es como si un día sacudieras una caja donde tenés cosas muy chiquitas y otras grandes ordenadas de manera imposiblemente perfecta. La revoleás, todo se sacudió, todo se desordenó.

Es como cuando encontraste la posición ideal, y alguien llama por teléfono, te levantas y es equivocado. Cuando querés volver a la anterior exacta posición ya no podés, hay algo que no está bien, no termina de estar bien.

Como cuando en las películas el personaje pierde la memoria y al tiempo, le vuelve todo un manantial de recuerdos por un golpe en la cabeza.

Esperar el golpe en la cabeza que te acomode las ideas, ese el problema.

El tiempo, como cura, estoy segura de eso, también lastima. La espera lastima, el saber que todo puede ser, pero no es nada. Estar, en ese lugar que algunos le dicen la nada misma.

Nos desconcierta ese lugar porque no sabemos qué hacer, por el simple hecho de que NO HAY NADA QUE HACER, y acá está señores, la razón que nos duele, hay que aguantárselo, bancarlo de la mejor forma, afrontarlo, TRANSMUTARLO.

Esto que parece tan complicado, justamente lo es. Proviene de la alquimia, la física y la química y consiste en la conversión de un elemento químico en otro; aplicado a la vida es transformar lo negativo en positivo, en una nueva oportunidad, una nueva puerta.

Entonces, la única que queda, mientras estamos en la nada misma, es encontrar la forma de transmutar lo negativo, es ser felices, hacer lo que nos hace felices, disfrutar la vida, y ahí es cuando entendemos que lo importante es eso, vivir, disfrutar, sin pensar en lo que va a pasar, porque hay algunas cosas, que a nuestro pesar, van a suceder pase lo que pase.

Carpe Diem.

jueves, 5 de agosto de 2010

Disculpa, te digo, quizá sea el sueño, la falta de sueños.


Decidí este título, se me ocurrió, en realidad lo vi y en base a ese título quiero escribir que es esto que pasa, esto que Ismael Serrano nos dice con tanta poesía.
La falta de sueños es eso a lo que nadie le tiene miedo, es lo que nadie piensa, lo que subestimamos.
Es algo que esta presente todo el tiempo y no me refiero a sueños imposibles, a ganarse el loto o a viajar por todo el mundo de un día para otro. Es eso de todos los días, darnos cuenta que es lo que nos hace bien y que es lo que nos hace mal, distinguirlo, discriminarlo, vivirlo. ¡Cuántas veces elegimos eso que nos hace mal, porque nos hace bien! Espero que lo hayan entendido. No quiero entrar en más detalle de eso porque es algo complicado y porque, como siempre, me voy a ir de tema.
Un sueño simple, tener un buen día, es como un sueño chiquito, un deseo, algo que querés; ni bien te levantas y decís: espero que sea un buen día.
El tema es que el buen día, con ayuda del entorno, lo hacemos nosotros, queramos o no. Cuesta tanto a veces eso, pero es así.
Es feísimo no tener un sueño definido, no tener una pasión, algo que nos llene, algo por lo que luchar.
No sé como se busca, tampoco sé cómo encontrarlo, pero sé que la falta de sueños es lo que nunca tiene que haber.

miércoles, 4 de agosto de 2010

El mundo se volvió loco.


Sentémonos, taza de té en mano, música o silencio total, pensemos eso que pasa, que es incomprensible, en realidad si vamos al caso todo lo que nos rodea es incomprensible, empezando desde la vida, pero no me refiero a eso, quiero decir, ¿nadie más que yo noto que el mundo se volvió loco?.
Empieza el año, con tristeza o con energía; para renovarnos auguramos el mejor año de nuestras vidas, a la primera mala que nos pasa, nos decimos a nosotros mismos: Ah! y decías que iba a ser el mejor año, que equivocado estabas!. Quisiera saber cuántas veces nuestros actos, o que lo nos pasara, depende de la sensación que tenemos el 31 de diciembre, la respuesta? NUNCA, la energía se renueva ese día, pero si no lo hacemos nosotros también no sirve de nada.
Época del mundial, todos somos felices, nos emocionamos con una propaganda, sale de los publicistas lo mejor de sí, pero, ¿y el mundo? ¿la violencia, la pobreza, la inseguridad se toma un receso en los mundiales? NO. Siempre es lo mismo, nos obnubilamos con los partidos y dejamos de ver la realidad, no estoy en desacuerdo que seamos felices y dejemos un poco toda la negatividad que nos rodea, pero presten atención, que durante un mundial, no hay absolutamente ninguna noticia mala.
Hay una cosa en particular que me tiene pensando, que trato de entender pero no puedo, ¿En qué momento fue, que debe ser que no me enteré, que empezamos a darle más importancia a un discurso de un millonario dueño de una fábrica de chocolates que a una huelga de trabajadores? Y digo huelga de trabajadores por decir, porque hay reclamos, marchas, personas que no aparecen, sin entrar en ningún detalle.
El mundo se volvió loco desde que le damos más importancia a un programa de chismes que a juntarnos a reírnos con amigos, desde que internet nos colmo la vida a todos y un icono de más o un tilde de menos es lo que define una relación; no vivimos, nadie toma riesgos, nadie se anima;no hay juegos, no podés jugar a nada cuando sos mayor de edad, sos un inmaduro; nadie, y de eso estoy segura (en ese ´nadie´estoy, por supuesto, incluida) entiende que hoy es hoy, que el tiempo que se pierde no vuelve más, aunque sea un cliché.
El mundo se volvió loco desde que una pelea es siempre negativa, una pelea por día es necesaria pareciera, discutir con alguien es una necesidad hoy en día, es descargarnos de esos problemas con los que todos cargamos, pero que el otro también tiene;
El mundo se volvió loco cuando nos acostumbramos a las cosas malas, cuando lo cotidiano se volvió llorar y putear y cuando dejamos de querer cosas, cuando dejamos de anhelar, cuando decidimos no sorprendernos más ante este cambio mundial y adaptarnos.
Estoy rehusada a eso, seré antigua, seré idealista o como lo quieran llamar, pero no podemos vivir así, contando hasta diez al menos cinco veces en el día para tenerle paciencia a los demás, tomando decisiones erradas todo el tiempo para no sufrir; me rehuso a que no vivamos, como debe ser, viviendo la vida.