jueves, 5 de agosto de 2010

Disculpa, te digo, quizá sea el sueño, la falta de sueños.


Decidí este título, se me ocurrió, en realidad lo vi y en base a ese título quiero escribir que es esto que pasa, esto que Ismael Serrano nos dice con tanta poesía.
La falta de sueños es eso a lo que nadie le tiene miedo, es lo que nadie piensa, lo que subestimamos.
Es algo que esta presente todo el tiempo y no me refiero a sueños imposibles, a ganarse el loto o a viajar por todo el mundo de un día para otro. Es eso de todos los días, darnos cuenta que es lo que nos hace bien y que es lo que nos hace mal, distinguirlo, discriminarlo, vivirlo. ¡Cuántas veces elegimos eso que nos hace mal, porque nos hace bien! Espero que lo hayan entendido. No quiero entrar en más detalle de eso porque es algo complicado y porque, como siempre, me voy a ir de tema.
Un sueño simple, tener un buen día, es como un sueño chiquito, un deseo, algo que querés; ni bien te levantas y decís: espero que sea un buen día.
El tema es que el buen día, con ayuda del entorno, lo hacemos nosotros, queramos o no. Cuesta tanto a veces eso, pero es así.
Es feísimo no tener un sueño definido, no tener una pasión, algo que nos llene, algo por lo que luchar.
No sé como se busca, tampoco sé cómo encontrarlo, pero sé que la falta de sueños es lo que nunca tiene que haber.

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